Mi hija y yo llevábamos mucho tiempo planeando aquel fin de semana, estaríamos solos y podríamos llevar a cabo todas nuestras fantasías sexuales. Mi mujer y mi otro hijo ya se habían marchado a casa de mi cuñada que vive a 400 kilómetros y estarían allí un par de días como mínimo.
Serían las 9 de la noche y sin hablar, mi hija y yo nos sentamos en la mesa uno junto al otro mientras nos mirábamos con deseo sabiendo que ese fin de semana sería el mejor de nuestras vidas. Acordamos que ambos llevaríamos ropa interior morbosa, aunque en ese sentido sería mi hija quien ganaría por diferencia…
Yo me compré uno tanga de cuero negro que apretaba mi polla y mis huevos haciéndolos mucho más grandes, también una corbata por darle un poco más de gracia al asunto. Mi hija llevaba tan solo un tanga de color rosa a juego con el sujetador, unos ligueros del mismo color y un collar de perlas también a juego con sus pendientes. Parecía quera la típica chica de familia adinerada que va a tener su primera cita sexual.
Quisimos ir despacio y empezamos a cenar tranquilamente mientras coqueteábamos, nos besábamos y nos acariciábamos por debajo de la mesa pero guardando las distancias para darle más emoción al asunto. Cuando terminamos de cenar ella se sentó encima de mi y mientras seguía charlando hacía movimientos circulares lentos restregando su coño sobre mi polla. Imaginaos cómo la tenía en ese momento…
Le pregunté si quería que nos fuésemos directamente a la cama o que jugáramos antes un poco, pero ella tenía prisa, mucha prisa. Me dijo: Papi, necesito sentir otra vez tu polla dentro de mi, tenemos 48 horas por delante para jugar, pero ahora quiero que me folles como si fuese una perra. Hasta ese momento yo había intentado «hacerle el amor», pero estaba visto que quería más, pues dicho y hecho.
Le dije: «mira hija, hasta ahora he querido que nuestras relaciones fueran puras y bonitas, pero si quieres que pasemos al siguiente nivel tus deseos son órdenes». Ella tan solo contestó, «si papi, hazlo, fóllame como si fuera tu zorra, lo estoy deseando»…
Mientras hablábamos le dije que se sentara en el suelo, yo seguía sentado en la silla y con un pie retiré el tanguita y empecé a masturbarla. Frotaba mi dedo gordo en su clítoris lentamente y masajeaba sus labios vaginales. Empecé a ir más rápido y aunque era algo que no había hecho nunca, la penetre con el mismo dedo y sentí de repente mucho calor y un torrente de flujo vaginal inundando mi pie.
En ese momento ella tenía los ojos cerrados y estuve un rato más para asegurarme de que había prolongado al máximo su orgasmo. Saqué el dedo de su coño y le dije, ahora ponte a 4 patas como una perra tal y como me has pedido. Ella no paraba de suspirar e hice la misma operación pero esta vez con el agujero de su culo. Me dijo que por favor no parase, que iba a correrse otra vez y mientras yo la penetraba por el culo con mi dedo pulgar del pie, ella se masturbaba a toda velocidad. Era el segundo orgasmo intenso que tenía en menos de 10 minutos, la cosa sin duda prometía.
Nunca habíamos tenido relaciones sexuales por el culo y aquello me excitó demasiado, mucho más sabiendo que a ella le ponía tan cachonda, así que decidí continuar por detrás. La levanté del suelo con fuerza y ella estaba muy floja, pero me dijo que hiciera con ella lo que quisiera sin pensar en nada más que en mi disfrute.
La agarré el brazo y se lo retorcí por la espalda y con la otra mano la agarré del pelo, empujándola contra la pared de tal forma que estaba totalmente inmovilizada. Tenía el ano totalmente dilatado y como el tanga era de hilo, con la misma polla lo retiré a un lado y la penetré analmente hasta el fondo. Dio un grito desgarrador pero seguidamente suspiró, era como si se sintiera aliviada.
Empecé a follármela lentamente pero penetrándola brutalmente en cada embestida. Cada vez que la penetraba y sacaba la polla esperaba unos tres segundos, quería apurar al máximo y así estuve por lo menos 15 minutos. Ya era suficiente y tenía una necesidad imperiosa de correrme dentro de su culo, por lo que cambié el ritmo radicalmente y me la follé a toda velocidad mientras le mordía los labios y lamía su cara.
Empezó a decirme que la llenase, que la inundase con mi semen y que quería que me vaciara dentro de ella, ¡necesitaba mi leche!. Llegó el momento álgido y sin dejar de retorcerle el brazo y tirándola del pelo fuertemente, exploté como un animal en celo dentro de mi hija. Una vez me aseguré de que no tenía más semen que expulsar, saqué mi polla despacito y rápidamente puse mi mano en el agujero de su culo. La corrida empezó a salir por su ano a chorros y llené mi mano, seguidamente dirigí su cabeza hacia ella y le dije: bébetela toda, te gustará…
Ella lamía mi mano como si fuera una gatita bebiendo leche y la dejó totalmente limpia, de hecho se cayeron algunas gotas al suelo y las lamió hasta no dejar ni rastro. Jadeantes y hasta mareados, nos fuimos a la cama y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente escuché unos ruidos y medio abrí los ojos, mi hija me había traído el desayuno a la cama y me dijo: vamos papi, que tenemos aún dos días por delante, tienes que reponer fuerzas. Cuando abrí los ojos por completos mi hija se había vestido de enfermera. Lleva una cofia en la cabeza, unas medias blancas con ligueros rojos, un escote ajustado por el que se le salían sus dos grandes tetas y minifalda tan corta que se le veía claramente su coño marcado en unas braguitas blancas.
– ¿Te gusta papi?, pues aún no has visto nada, desayuna rápido que quiero seguir aprendiendo…
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